La terapia psicológica es una herramienta fundamental para el manejo de la ansiedad. Para muchas personas, estrategias como la terapia cognitivo-conductual (TCC), la regulación emocional y los cambios en el estilo de vida son suficientes para recuperar el equilibrio. Sin embargo, hay casos en los que, a pesar del esfuerzo y la constancia, la ansiedad persiste, interfiere en la calidad de vida y no mejora lo suficiente con la terapia psicológica. Es en estos casos cuando se debe considerar la posibilidad de un abordaje psiquiátrico.
¿Qué significa que la ansiedad sea «resistente»?
Hablamos de ansiedad resistente cuando los síntomas persisten a pesar de haber seguido un tratamiento psicológico adecuado durante un tiempo razonable. No se trata de un simple malestar ocasional, sino de una ansiedad crónica e incapacitante que no mejora con técnicas de afrontamiento o cambios en la forma de pensar. Esto puede deberse a diversos factores, como una base neurobiológica subyacente, la presencia de trastornos comórbidos o una intensidad tal que la persona no logra beneficiarse de la terapia sin un apoyo adicional.
Señales de que la terapia psicológica no es suficiente
Existen ciertos indicadores que sugieren que la ansiedad necesita un abordaje psiquiátrico complementario:
- Síntomas persistentes y limitantes: La ansiedad sigue afectando la vida cotidiana, impidiendo el trabajo, las relaciones sociales o el descanso, a pesar de haber intentado estrategias psicológicas.
- Insomnio severo o crónico: La incapacidad para dormir de manera adecuada impacta la salud física y mental y no mejora con higiene del sueño o relajación.
- Crisis de ansiedad recurrentes: Ataques de pánico frecuentes o ansiedad incontrolable en situaciones cotidianas.
- Presencia de síntomas físicos incapacitantes: Mareos, náuseas, sensación de falta de aire, opresión en el pecho, problemas digestivos persistentes sin causa médica clara.
- Ansiedad acompañada de depresión o ideación suicida: En estos casos, la ansiedad no es un problema aislado y requiere un enfoque psiquiátrico urgente.
- Dificultad para manejar la ansiedad sin recurrir a sustancias: Si la persona usa alcohol, tabaco, medicamentos sin receta o drogas para calmarse, hay un problema que necesita atención psiquiátrica.
- Resistencia a la terapia psicológica: Cuando tras meses de tratamiento no hay mejoría significativa y la ansiedad sigue interfiriendo gravemente en la funcionalidad.
El papel del psiquiatra en la ansiedad resistente
El psiquiatra es un médico especializado en salud mental, capaz de evaluar la ansiedad desde un enfoque integral, considerando tanto los factores psicológicos como los neurobiológicos. Su intervención no excluye la terapia psicológica, sino que la complementa.
En algunos casos, la ansiedad tiene una base neuroquímica que impide la regulación emocional sin ayuda farmacológica. Los fármacos pueden ser una herramienta clave para estabilizar el sistema nervioso, reducir la hiperactividad ansiosa y permitir que la persona pueda aprovechar mejor la terapia psicológica.
El tratamiento farmacológico en la ansiedad resistente
Aunque existe un gran estigma en torno al uso de medicación para la ansiedad, la realidad es que, cuando se usa correctamente y bajo supervisión, puede marcar la diferencia en la recuperación. Existen distintos tipos de fármacos que pueden emplearse en función del tipo de ansiedad y de las necesidades del paciente. La decisión sobre qué tratamiento utilizar siempre debe realizarse de forma individualizada y ajustada a cada caso.
Es importante entender que la medicación no busca «sedar» ni «anestesiar» las emociones, sino regular el sistema nervioso para que la ansiedad deje de ser tan limitante y permita retomar la vida cotidiana de manera funcional. Su uso, en muchos casos, es temporal y siempre debe ser revisado periódicamente por un especialista.
Conclusión: Un enfoque combinado es la mejor estrategia
La terapia psicológica es una herramienta clave en el tratamiento de la ansiedad, pero no siempre es suficiente. Cuando la ansiedad persiste y limita la calidad de vida, es necesario considerar un enfoque psiquiátrico. No se trata de elegir entre psicólogo o psiquiatra, sino de integrar ambas disciplinas para lograr el mejor resultado posible.
Acudir a un psiquiatra no significa que la ansiedad sea «más grave» o que no haya solución, sino que se está abordando desde una perspectiva más completa y basada en evidencia. El objetivo siempre será recuperar la estabilidad emocional y mejorar la calidad de vida del paciente.