Agorafobia: La Angustia por la Posibilidad de Angustiarse

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En la película Copycat, Sigourney Weaver interpreta a una psicóloga que padece agorafobia. Pero, ¿en qué consiste realmente este trastorno?

Cuando la agorafobia aparece en los medios de comunicación o en el cine, suele mostrarse en su forma más extrema: la imposibilidad de salir de casa. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el cuadro es más sutil y se manifiesta de formas menos evidentes.

¿Qué es la agorafobia?

La agorafobia se incluye dentro de los trastornos de ansiedad. Aunque puede aparecer de manera aislada, con frecuencia se desarrolla como una complicación del trastorno de pánico.

Se define como la aparición de ansiedad intensa al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en caso de sufrir una crisis de ansiedad inesperada, la persona siente que no tendría acceso inmediato a ayuda.

Lo fundamental en este trastorno es el temor al desamparo, que puede presentarse en múltiples situaciones, no solo al salir de casa. Por ejemplo:

• En lugares cerrados y concurridos, como un bar, un aula o un centro comercial.

• En espacios abiertos, como durante una excursión por el monte.

• Mientras se conduce por una autopista sin salidas próximas.

Es decir, la agorafobia está estrechamente relacionada con la anticipación del peligro: la persona no solo teme la crisis de ansiedad en sí, sino la posibilidad de experimentarla en un lugar donde no podría recibir ayuda o escapar fácilmente.

Por eso, se habla de “la angustia por la posibilidad de angustiarse”.

¿Cómo se desarrolla la agorafobia?

Veamos cómo puede iniciarse este proceso con un ejemplo:

Un día, mientras llevas a tus hijos al colegio en coche, sufres una crisis de ansiedad inesperada. La sensación es aterradora: tu corazón se acelera, sientes que pierdes el control de tu cuerpo, crees que podrías estar sufriendo un infarto. Afortunadamente, logras llegar al colegio y dejar a los niños. Media hora después, te encuentras mejor.

Pero al día siguiente, cuando vuelves a montarte en el coche para repetir el trayecto, algo ha cambiado. Ahora te sientes tensa. “¿Y si me vuelve a pasar?” piensas. Te das cuenta de que, en la autopista que debes tomar, no hay muchas salidas y pedir ayuda sería complicado si sufrieras otra crisis. Además, “si esto ocurre delante de mis hijos, será muy embarazoso”.

Estos pensamientos aumentan tu nivel de ansiedad. Ya no prestas atención a la carretera, sino a tu propio cuerpo: ¿está acelerado mi corazón? ¿Estoy respirando bien?. Y, justo cuando te acercas al punto exacto donde ocurrió la crisis anterior, todas tus alarmas se disparan: “Me va a pasar otra vez. Aquí no, por favor.”

El resultado es predecible: una nueva crisis de ansiedad, provocada por la propia anticipación del miedo.

El inicio de las conductas evitativas

Tras esta experiencia, hablas con tu pareja y le dices que no crees poder volver a conducir en unos días. Él acepta llevar a los niños al colegio. Así comienzan las conductas evitativas, una de las características principales de la agorafobia.

Pero, ¿qué pasa si tienes una crisis de ansiedad en tu trabajo?

Poco a poco, las situaciones donde experimentas esa sensación de desamparo se multiplican:

• Empiezas a evitar conducir.

• Pides una baja porque temes sufrir una crisis en la oficina.

• Dejas de ir a restaurantes porque podrías sentirte mal y no poder salir rápidamente.

• Renuncias a los paseos por el campo con tus hijos.

Cada vez restringes más tus actividades, hasta que la mayoría de tus acciones dejan de ser espontáneas y relajadas. Sin darte cuenta, tu vida comienza a parecerse más a la de Sigourney Weaver en Copycat.

Conclusión

La agorafobia no es simplemente el miedo a salir de casa, sino un trastorno de ansiedad basado en el temor a perder el control en situaciones donde escapar o recibir ayuda sería difícil.

El problema es que, a medida que se evitan más situaciones, la ansiedad gana terreno y el mundo de la persona se va reduciendo, limitando gravemente su calidad de vida.

Por eso, el tratamiento de la agorafobia no solo se centra en el control de la ansiedad, sino en romper el ciclo de evitación, ayudando a la persona a recuperar su libertad y autonomía.

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