Fobias: cuando el miedo toma el control

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El miedo es una emoción esencial. Nos ha permitido sobrevivir como especie, ayudándonos a evitar peligros reales. Sin embargo, cuando el miedo aparece en situaciones donde no hay una amenaza real, cuando es irracional e incontrolable, deja de ser útil y se convierte en una fobia.

Las fobias no son simples miedos. No se trata de preferir evitar las alturas o sentirse incómodo ante una araña. Son respuestas intensas y desproporcionadas que generan un bloqueo absoluto. La persona no solo teme el objeto o la situación en sí, sino también su anticipación: el solo hecho de pensar en ello puede provocar ansiedad.

Para entenderlo mejor, veamos una escena.

Una mujer sube a un ascensor en su oficina. Todo parece normal hasta que, de repente, el ascensor se detiene unos segundos entre dos pisos. No pasa nada grave, pero en ese breve instante, el pánico se apodera de ella. Su corazón se acelera, le falta el aire, siente que el espacio se estrecha. Aunque el ascensor retoma su marcha y llega sin problemas a su destino, algo cambia en su mente. A partir de ese día, empieza a evitar los ascensores. Al principio, usa las escaleras cuando puede, pero con el tiempo, su miedo crece hasta el punto de no poder entrar en uno. Solo pensar en quedar atrapada le provoca sudoración y taquicardia. Prefiere rechazar trabajos o reuniones antes que enfrentarse a su temor.

Esto es lo que hace una fobia: convierte un miedo en una barrera, limitando la vida diaria.

¿Cómo se desarrolla una fobia?

Las fobias suelen aparecer por una de estas razones:

1. Aprendizaje por experiencia directa. Un evento traumático asociado a un estímulo puede generar una fobia. Alguien que sufre un ataque de pánico en un avión puede desarrollar una fobia a volar.

2. Aprendizaje vicario. Ver a otra persona reaccionar con miedo ante algo (un niño que ve a su madre asustarse con una araña) puede generar una fobia sin haber vivido el peligro en primera persona.

3. Factores biológicos. Algunas fobias están relacionadas con mecanismos evolutivos. Es más frecuente desarrollar miedo a las serpientes o a las alturas que a objetos cotidianos como una lámpara o un lápiz, porque nuestro cerebro está diseñado para detectar ciertos peligros de supervivencia.

Lo curioso de las fobias es que el cerebro las mantiene y refuerza a través de la evitación. Cuando alguien evita su miedo, siente un alivio momentáneo, lo que refuerza la idea de que evitar es la única solución. Esto hace que la fobia se haga más fuerte con el tiempo.

Tipos de fobias

Existen diferentes tipos de fobias, pero todas comparten la misma base: un miedo irracional que genera una respuesta intensa de ansiedad.

• Fobias específicas. Son miedos intensos a objetos o situaciones concretas, como volar, las alturas, los insectos o las agujas.

• Fobia social. Más allá de la timidez, es el miedo extremo a la evaluación o el juicio de los demás, lo que puede hacer que la persona evite cualquier interacción social.

• Agorafobia. Es el miedo a situaciones donde escapar puede ser difícil o donde la persona siente que no podría recibir ayuda en caso de sufrir ansiedad.

¿Cómo se tratan las fobias?

El tratamiento más eficaz para las fobias es la exposición progresiva. Evitar la situación temida solo refuerza la fobia, mientras que exponerse a ella de forma gradual y controlada ayuda al cerebro a “desactivar” la respuesta de miedo.

Supongamos que alguien tiene fobia a los aviones. No se trata de obligarlo a subirse a un vuelo intercontinental de inmediato, sino de empezar poco a poco: primero viendo imágenes de aviones, luego yendo al aeropuerto, después entrando a un avión sin despegar y, finalmente, haciendo un vuelo corto. Con el tiempo, el cerebro aprende que la amenaza no es real y la ansiedad disminuye.

También se utilizan técnicas como la terapia cognitivo-conductual (TCC), que ayuda a cambiar los pensamientos irracionales asociados al miedo. En algunos casos, se puede recurrir a la medicación, aunque no es el tratamiento principal.

Conclusión

Las fobias son miedos irracionales que limitan la vida de quien las padece. No son simples caprichos ni signos de debilidad. Son respuestas intensas del cerebro que pueden tratarse y superarse con la estrategia adecuada.

El miedo no tiene por qué tener el control. Con el tratamiento correcto, es posible recuperar la libertad.

Dr. Lerma Carrillo

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