El síndrome de abstinencia de las benzodiacepinas: por qué no puedes dejar el ansiolítico de golpe

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Las benzodiacepinas han sido durante décadas uno de los fármacos más recetados para la ansiedad y el insomnio. Son eficaces, rápidas y, en apariencia, seguras si se usan correctamente. Pero también son fármacos con un alto potencial de dependencia, y su retirada inadecuada puede provocar síntomas de abstinencia intensos, incluso en personas que las han tomado bajo prescripción médica.

Suspender una benzodiacepina de golpe no es simplemente “dejar de tomar una pastilla”. Es interrumpir bruscamente un mecanismo que ha estado modulando la actividad del sistema nervioso, con consecuencias que pueden ser severas si no se hace de forma progresiva y controlada.

¿Cómo funcionan las benzodiacepinas y por qué generan dependencia?

Las benzodiacepinas (diazepam, alprazolam, lorazepam, clonazepam, entre otras) actúan potenciando la actividad del GABA (ácido gamma-aminobutírico), el principal neurotransmisor inhibidor del cerebro. Esto produce un efecto ansiolítico, relajante muscular y sedante.

El problema es que, con el uso prolongado, el cerebro se adapta a su presencia y reduce su producción natural de GABA, confiando en la medicación para mantener el equilibrio. Cuando se retira de golpe, el sistema nervioso queda hiperactivo, lo que genera síntomas de abstinencia.

Síntomas de abstinencia: lo que ocurre cuando se retira una benzodiacepina demasiado rápido

La intensidad y duración de la abstinencia dependen de factores como la dosis, el tiempo de uso y la velocidad de retirada. Algunos síntomas frecuentes incluyen:

• Ansiedad de rebote: La ansiedad original no solo vuelve, sino que suele ser más intensa.

• Insomnio severo: Uno de los primeros síntomas tras la retirada brusca.

• Temblores, sudoración y taquicardia: Signos claros de hiperactivación del sistema nervioso.

• Alteraciones sensoriales: Mareos, sensación de inestabilidad, hipersensibilidad al ruido o a la luz.

• Síntomas neurológicos graves (en casos extremos): Convulsiones, delirios o estados confusionales en pacientes que han usado dosis altas durante mucho tiempo.

Estos síntomas pueden durar días o incluso semanas si la retirada no se realiza correctamente.

¿Cómo se debe hacer la retirada de benzodiacepinas?

El cese debe ser gradual y estructurado, permitiendo que el cerebro recupere poco a poco su equilibrio natural sin un choque abrupto. La retirada suele seguir estos principios:

1. Reducción progresiva de la dosis:

• Se disminuye un porcentaje pequeño de la dosis cada una o dos semanas, dependiendo del caso.

• No todas las benzodiacepinas son iguales; algunas requieren ser sustituidas por fármacos de vida media más larga (como el diazepam) antes de reducirse.

2. Supervisión médica continua:

• La retirada debe ser monitorizada para ajustar la velocidad según la respuesta del paciente.

• En algunos casos, se combinan estrategias para mitigar el impacto, como la introducción de fármacos no benzodiacepínicos con efecto ansiolítico.

3. Alternativas para el manejo de la ansiedad:

• La retirada no solo implica reducir la dosis, sino enseñar al paciente estrategias para afrontar la ansiedad sin depender de la medicación.

• Técnicas de exposición, terapia cognitivo-conductual y otras herramientas pueden facilitar el proceso.

El problema de la prescripción crónica sin revisión

El síndrome de abstinencia de las benzodiacepinas no es un problema exclusivo del abuso de fármacos. Ocurre también en personas que han seguido un tratamiento médico legítimo, pero han desarrollado una dependencia fisiológica sin ser conscientes de ello.

Uno de los mayores errores en la psiquiatría de las últimas décadas ha sido la prescripción de benzodiacepinas sin un plan de retirada desde el inicio, lo que ha llevado a un uso crónico en muchos pacientes.

Conclusión: no es dejarlo, es saber cómo hacerlo

Las benzodiacepinas son herramientas útiles cuando se usan de manera puntual y bajo control, pero su uso prolongado sin supervisión puede generar dependencia y hacer que la retirada se convierta en un desafío.

El problema no es solo que generen tolerancia, sino que dejar de tomarlas sin un plan adecuado puede ser peor que la ansiedad original. Por eso, la clave no es demonizar estos fármacos, sino usarlos con precisión y, cuando sea necesario retirarlos, hacerlo con el mismo cuidado con el que se prescribieron.

En psiquiatría, prescribir bien es importante, pero desprescribir bien lo es aún más.

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